En 2017, la economía mundial pasó de un periodo de crecimiento lento y centrado en los Estados Unidos a una recuperación global más sincronizada. Con niveles de inflación todavía benignos, los beneficios de las empresas crecieron con fuerza y dieron impulso a los mercados de renta variable y de deuda corporativa. Ello también amortiguó la volatilidad, que alcanzó mínimos históricos. En cambio, 2018 está resultando más retador para algunos inversores. La volatilidad se disparó en el primer trimestre, impulsada por el cierre de posiciones en productos de volatilidad en EE. UU. y exacerbada por el aumento de las tensiones sobre el comercio global y por la recogida de beneficios en acciones tecnológicas estadounidenses. Los picos de volatilidad imprevistos son por lo general negativos en el corto plazo, pero también pueden ofrecer oportunidades. Por breve que sea, el temor de los inversores a perder dinero reduce su apetito de riesgo, y los mercados de derivados pasan a estar dominados por quienes intentan cubrirse frente al riesgo de caídas. De este modo, las primas de riesgo en los precios de las opciones pueden aumentar de forma considerable, lo cual puede brindar más oportunidades de generar rentabilidad a las estrategias alternativas basadas en opciones.
Steve Waddington – Gestor de cartera, Insight Investment
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